Y suele ser verdad, también en la ciencia. Hay muchos ejemplos que lo demuestran, pero hoy tenemos uno de las ciencias ambientales.
El desarrollo de los satélites artificiales ha permitido que tengamos una imagen de nuestro planeta totalmente diferente a la que teníamos antes. Basta con pensar que la primera foto que se hizo de la Tierra desde uno de esos aparatos fue la primera evidencia directa de que, efectivamente, tenía forma esférica. Claro que, para entonces, la cantidad de pruebas que se habían acumulado era abrumadora, y que nadie capaz de comprenderlas podía tener ninguna duda sobre su veracidad... pero no todo el mundo era capaz de comprenderlas.
En la actualidad la teledetección, que es el nombre que se da a las técnicas de recogida de datos desde una cierta distancia, en particular desde el espacio, constituye una de las herramientas más valiosas de las Ciencias Ambientales. En este ejemplo recogido en Público y centrado en África podemos ver lo que se puede deducir de una de las formas más sencillas de aplicar esta técnica: tomar fotografías del mismo punto en momentos distintos.
El primer par de fotos muestra la extensión de los glaciares del Kilimanjaro, una de las montañas más altas de África, con treinta años de diferencia. Lo único que hay que hacer es fijarse en la extensión del color blanco para darse cuenta de hasta qué punto se ha reducido la superficie cubierta por el hielo. Piensa que, puesto que conocemos la altura desde la que se ha tomado la foto, podríamos medir (palabra mágica) la superficie en ambos momentos, y calcular (también palabra mágica) la magnitud de ese cambio. Medir y calcular son palabras mágicas porque nos permiten pasar de una observación habitual a una de carácter científico.
Las siguientes fotos, de la 3 a la 6, también hablan por sí mismas: nos muestran que, en una ocasión, existió un lago llamado Chad. Ahora es solo historia, y una tragedia para quienes no pueden utilizar los recursos hídricos que les proporcionaba.
Las fotos 7 y 8 necesitan un poco más de atención, porque no son directamente comparables: esfuérzate en ver, en la primera, la parte urbanizada de la península. Una pista: fíjate en las estructuras excesivamente regulares, que aparecen en el extremo sur (junto al puerto). La segunda foto de la pareja es mucho más clara. Y también evidente. La superpoblación, y la destrucción del medio que la acompaña, es uno de los grandes impactos que la humanidad genera, no solo a escala local; para alimentar la población que vive en la ciudad, en este caso Dakkar, es necesario traer los recursos de un área cada vez más amplia. Ese es, más o menos, el concepto de huella ecológica.
Por último, de solución a problema: la presa que se construyó, precisamente, para evitar las inundaciones incontroladas se ha convertido en la responsable de un problema mucho mayor que el que trató de evitar.
Estas fotos apenas rozan las posibilidades de la teledetección. La imagen que vemos solo nos muestran una pequeña parte de la realidad que nos rodea, pero nosotros hemos sido capaces de desarrollar sensores que nos informan de otras características. Por ejemplo, "fotografiar" con luz infrarroja nos informa sobre la temperatura del objeto; obtener imágenes de radar nos da información sobre la naturaleza de las nubes y, por lo tanto, sobre las posibilidades de que den lugar a lluvia...
El desarrollo de los satélites artificiales ha permitido que tengamos una imagen de nuestro planeta totalmente diferente a la que teníamos antes. Basta con pensar que la primera foto que se hizo de la Tierra desde uno de esos aparatos fue la primera evidencia directa de que, efectivamente, tenía forma esférica. Claro que, para entonces, la cantidad de pruebas que se habían acumulado era abrumadora, y que nadie capaz de comprenderlas podía tener ninguna duda sobre su veracidad... pero no todo el mundo era capaz de comprenderlas.
En la actualidad la teledetección, que es el nombre que se da a las técnicas de recogida de datos desde una cierta distancia, en particular desde el espacio, constituye una de las herramientas más valiosas de las Ciencias Ambientales. En este ejemplo recogido en Público y centrado en África podemos ver lo que se puede deducir de una de las formas más sencillas de aplicar esta técnica: tomar fotografías del mismo punto en momentos distintos.
El primer par de fotos muestra la extensión de los glaciares del Kilimanjaro, una de las montañas más altas de África, con treinta años de diferencia. Lo único que hay que hacer es fijarse en la extensión del color blanco para darse cuenta de hasta qué punto se ha reducido la superficie cubierta por el hielo. Piensa que, puesto que conocemos la altura desde la que se ha tomado la foto, podríamos medir (palabra mágica) la superficie en ambos momentos, y calcular (también palabra mágica) la magnitud de ese cambio. Medir y calcular son palabras mágicas porque nos permiten pasar de una observación habitual a una de carácter científico.
Las siguientes fotos, de la 3 a la 6, también hablan por sí mismas: nos muestran que, en una ocasión, existió un lago llamado Chad. Ahora es solo historia, y una tragedia para quienes no pueden utilizar los recursos hídricos que les proporcionaba.
Las fotos 7 y 8 necesitan un poco más de atención, porque no son directamente comparables: esfuérzate en ver, en la primera, la parte urbanizada de la península. Una pista: fíjate en las estructuras excesivamente regulares, que aparecen en el extremo sur (junto al puerto). La segunda foto de la pareja es mucho más clara. Y también evidente. La superpoblación, y la destrucción del medio que la acompaña, es uno de los grandes impactos que la humanidad genera, no solo a escala local; para alimentar la población que vive en la ciudad, en este caso Dakkar, es necesario traer los recursos de un área cada vez más amplia. Ese es, más o menos, el concepto de huella ecológica.
Por último, de solución a problema: la presa que se construyó, precisamente, para evitar las inundaciones incontroladas se ha convertido en la responsable de un problema mucho mayor que el que trató de evitar.
Estas fotos apenas rozan las posibilidades de la teledetección. La imagen que vemos solo nos muestran una pequeña parte de la realidad que nos rodea, pero nosotros hemos sido capaces de desarrollar sensores que nos informan de otras características. Por ejemplo, "fotografiar" con luz infrarroja nos informa sobre la temperatura del objeto; obtener imágenes de radar nos da información sobre la naturaleza de las nubes y, por lo tanto, sobre las posibilidades de que den lugar a lluvia...
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