Esperaba que con la entrada anterior pudiera dejar a un lado la cuestión de las pseudociencias y de la mala ciencia, pero acaba de caer en mis manos el catálogo de "ciencia" de una de las cadenas de librerías más importantes de nuestro país y no he podido resistirme...
Antes de nada, una explicación. Dicen que Mae West, una actriz norteamericana de los años 50' del siglo XX, iba diciendo por ahí que era una pena que hubiera tantos hombres a su alrededor y tan poco tiempo para poder disfrutar de ellos. El título de esta entrada trata de parafrasear esa cita, pero con una nota de desesperación: hay tantas tonterías paracientíficas por el mundo, y tanta mala ciencia editada en libros de éxito, que no hay tiempo material para combatirlas, pero aquí va mi granito de arena, al menos en esta ocasión, en forma de "fact-check" sobre algunos de esos libros.
Para empezar, hay que señalar que el mundo editorial es difícil. Es un negocio, y por lo tanto busca el beneficio económico, a veces utilizando estrategias publicitarias "bastante parecidas" a los trucos de sacamuelas: títulos efectistas, entradillas que prometen descubrimientos asombrosos... Lo que, de ninguna forma, debería justificar el engaño, la mentira o el fraude.
No he leído los libros que voy a comentar, así que todos tienen el beneficio de la duda, porque no se debe juzgar un libro por la solapa, pero es justo reclamar que la información que da la sinopsis, elaborada por la editorial, recoja fielmente el contenido del libro. Otra cosa sería engañar, ¿no?
Vamos allá. El catálogo, que no voy a identificar pero que resulta fácil de reconocer, incluye varias secciones, algunas de las cuales son inobjetables: casi nada que decir sobre los libros identificados como divulgación científica, o sobre la sección de Física y Química o la de Matemáticas (aunque se echa de menos algún espacio dedicado a divulgar otras ciencias), y la infantil está bastante bien teniendo en cuenta la dificultad de dirigirse a ese tipo de público para hablar de ciencia sin convertirlo en un espectáculo. Sin embargo, hay también una sección de "Ciencias aplicadas" que resulta muy difícil de tragar. Ahí van algunas conclusiones.
"Tu horóscopo personal 2015" Bueno, esto debe ser una broma de algún tipo dentro del gremio editorial. Desde luego, la astrología no tiene ni lo más mínimo que ver con la ciencia, de forma que este libro no debería estar en el catálogo de ninguna forma. No merece la pena ningún comentario, la adivinación del futuro en cualquiera de sus formas, ya sea observando las estrellas, las rayas de la mano o las entrañas de los animales incumple uno por uno todos los criterios necesarios para reconocer un conocimiento como científico.
A pesar de eso, yo sí me atrevo a hacer una predicción sobre el futuro: si compras el libro y lo lees con atención, sabrás sobre tu futuro... ¡Exactamente lo mismo que ahora! ¡Toma las riendas de tu propio futuro, contrólalo!
"La llegada de los dioses". Erich von Däniken es un viejo conocido de las pseudociencias, que se hizo famoso ya en la década de los setenta por sus hipótesis, nunca comprobadas, de que los extraterrestres nos habían visitado en el pasado y nos habían ayudado a construir las pirámides (tanto las egipcias como las americanas) y todos los otros grandes monumentos de la antigüedad. Aparte de ningunear la capacidad tecnológica de esas civilizaciones, las ideas de Däniken no se apoyan más que en su interpretación personal de sus propias observaciones. No está mal pasar un rato entretenido viendo una película, o leyendo un libro, que hablen de ideas disparatadas, siempre que al terminar tengamos bien claro dónde acaba la realidad y empieza el disparate. Pseudociencia en estado puro, tradicional, inmutable. Ni siquiera con ideas frescas. Lo de siempre.
"La ciencia de la religión". Lo siento. Otro que no pasa el corte. En este caso, es el principio de demarcación de Popper en estado puro: ¿por qué tratar de mezclar ciencia con religión? La ciencia se basa en observaciones y mediciones, en comprobaciones experimentales, en la repetibilidad de los fenómenos. La religión tiene su fundamento en todo lo contrario: lo inobservable, lo milagroso y por tanto irrepetible.
En el resumen completo que proporciona la editorial se justifica (¿...?) el motivo de incluir este clásico de la mística oriental (la versión original es de 1924) en un catálogo de libros sobre ciencia: "explica el fundamento científico del yoga". Claro que así no vamos bien. El yoga no es una religión, sino un conjunto de ejercicios físicos, y por lo tanto su efecto fisiológico tiene fundamento científico. Otra cosa es que el yoga se haya utilizado como herramienta de relajación para acercarse a la meditación religiosa, pero de ahí a confundir ciencia con religión va un mundo.
"La biología de la creencia" He dedicado a este libro algo más de tiempo que a los anteriores por dos motivos: en primer lugar porque habla de biología, que es mi campo, y en segundo lugar porque su resumen habla de cuestiones que podrían tener un cierto carácter científico. No la pretensión de unir "cuerpo, mente y espíritu", pero sí la posibilidad de que el libro tratara sobre los mecanismos químicos que originan el pensamiento.
Las esperanzas se desvanecen ya en el prólogo, en el que rápidamente se hace referencia a la heterodoxia del autor y a la persecución que ha sufrido por ello. Primera noticia, oiga. A partir de ahí, en el desarrollo del texto en sí mismo, la situación cambia poco: el autor describe en primera persona la elaboración de una metáfora para explicar el funcionamiento celular a sus alumnos y luego mezcla teorías abandonadas como el lamarckismo con extrapolaciones de otras ideas actuales como la epigenética. Curiosamente, el autor se apoya en referencias a otros investigadores cuando describe fenómenos conocidos, aunque en muchos casos los reinterpreta de una forma más bien peculiar. Sin embargo, cuando habla de las supuestas pruebas de su teoría no proporciona el apoyo experimental que sería necesario para mantenerla. Todo eso es mala ciencia. He etiquetado también el libro como pseudociencia porque, a partir de un determinado momento, pasa de una hipótesis no confirmada (el control ambiental total del funcionamiento celular) a una forma de pseudorreligión, al proponer que es posible controlar voluntariamente esa influencia y alterar conscientemente dicho funcionamiento. Manéjese con cuidado, la mezcla de verdades parciales y conclusiones evidentes que no lo son tanto da lugar a un cóctel que se sube rápido a la cabeza y altera nuestra percepción.
Para hacer el comentario de "El Campo" podría bastar, poco más o menos, lo dicho en el apartado anterior. Basta con cambiar el poder de la mente por la percepción extrasensorial y otros fenómenos paranormales y la biología molecular por la física cuántica. Esa mezcla de una teoría científica actual, seguramente poco conocida por el público en general y normalmente difícil de explicar con los mismos temas que han sido utilizados como letitmotif en la mayor parte de la literatura esotérica y paranormal se ha convertido en una brillante estrategia para vender libros como chorizos. Y con el mismo rigor científico.
Esto ya no es broma. Cuando la mala ciencia se mezcla con consejos de salud se corre el riesgo de que alguien se crea las mentiras que cuenta y abandone los tratamientos que funcionan para seguir consejos que, en el mejor de los casos, son inofensivos. ¡Pero dejar el tratamiento médico no lo es!
Vamos a ver lo que pasa con "Enzimoterapia". Seguir una dieta rica en vegetales no perjudica a nadie, por supuesto. De hecho, es un hábito altamente recomendable. Pero la enzimoterapia es, simplemente, una patraña. Las enzimas son proteínas. Las proteínas que comemos o bebemos tienen el pequeño problema de tener que atravesar el estómago, donde se encuentran con un medio tremendamente ácido que tiende a romper los enlaces que unen los aminoácidos entre sí. En el supuesto de que consiguieran llegar al intestino, allí se encontrarían con las proteasas liberadas en el páncreas con la función específica de terminar ese trabajo. Pero imaginemos que aun así, las enzimas vegetales, como si fueran superman, vencen todas las dificultades. Entonces, simplemente, no serían absorbidas por las células del intestino, que captan los nutrientes digeridos. En fin, que las enzimas, vegetales o animales, no llegarían a nuestro flujo sanguíneo, aunque sí lo harían los aminoácidos que los forman. ¿Algo más...?
Esto es agotador... En el mismo catálogo es posible encontrar "La matriz divina", que podemos archivar en la misma categoría esotérico-física que "El Campo" o "Mis recetas de cocina anticáncer", que espero que nadie utilice como medicina en vez de las terapias actuales, incompletas e inseguras, pero lo mejor que existe hasta el momento. También podríamos comentar "Experiencias en la frontera", libro al que se podría considerar una guía casi exhaustiva de pseudociencias. En cualquier caso, es imposible dejar de hacer referencia a la inclusión no de uno, sino de dos libros de Iker Jiménez en un catálogo de libros científicos. De verdad, si alguien quiere comprender el método de trabajo de este "divulgador de lo oculto", es aconsejable que vea esto:
Para empezar, hay que señalar que el mundo editorial es difícil. Es un negocio, y por lo tanto busca el beneficio económico, a veces utilizando estrategias publicitarias "bastante parecidas" a los trucos de sacamuelas: títulos efectistas, entradillas que prometen descubrimientos asombrosos... Lo que, de ninguna forma, debería justificar el engaño, la mentira o el fraude.
No he leído los libros que voy a comentar, así que todos tienen el beneficio de la duda, porque no se debe juzgar un libro por la solapa, pero es justo reclamar que la información que da la sinopsis, elaborada por la editorial, recoja fielmente el contenido del libro. Otra cosa sería engañar, ¿no?
Vamos allá. El catálogo, que no voy a identificar pero que resulta fácil de reconocer, incluye varias secciones, algunas de las cuales son inobjetables: casi nada que decir sobre los libros identificados como divulgación científica, o sobre la sección de Física y Química o la de Matemáticas (aunque se echa de menos algún espacio dedicado a divulgar otras ciencias), y la infantil está bastante bien teniendo en cuenta la dificultad de dirigirse a ese tipo de público para hablar de ciencia sin convertirlo en un espectáculo. Sin embargo, hay también una sección de "Ciencias aplicadas" que resulta muy difícil de tragar. Ahí van algunas conclusiones.
"Tu horóscopo personal 2015" Bueno, esto debe ser una broma de algún tipo dentro del gremio editorial. Desde luego, la astrología no tiene ni lo más mínimo que ver con la ciencia, de forma que este libro no debería estar en el catálogo de ninguna forma. No merece la pena ningún comentario, la adivinación del futuro en cualquiera de sus formas, ya sea observando las estrellas, las rayas de la mano o las entrañas de los animales incumple uno por uno todos los criterios necesarios para reconocer un conocimiento como científico.
A pesar de eso, yo sí me atrevo a hacer una predicción sobre el futuro: si compras el libro y lo lees con atención, sabrás sobre tu futuro... ¡Exactamente lo mismo que ahora! ¡Toma las riendas de tu propio futuro, contrólalo!
"La llegada de los dioses". Erich von Däniken es un viejo conocido de las pseudociencias, que se hizo famoso ya en la década de los setenta por sus hipótesis, nunca comprobadas, de que los extraterrestres nos habían visitado en el pasado y nos habían ayudado a construir las pirámides (tanto las egipcias como las americanas) y todos los otros grandes monumentos de la antigüedad. Aparte de ningunear la capacidad tecnológica de esas civilizaciones, las ideas de Däniken no se apoyan más que en su interpretación personal de sus propias observaciones. No está mal pasar un rato entretenido viendo una película, o leyendo un libro, que hablen de ideas disparatadas, siempre que al terminar tengamos bien claro dónde acaba la realidad y empieza el disparate. Pseudociencia en estado puro, tradicional, inmutable. Ni siquiera con ideas frescas. Lo de siempre.
"La ciencia de la religión". Lo siento. Otro que no pasa el corte. En este caso, es el principio de demarcación de Popper en estado puro: ¿por qué tratar de mezclar ciencia con religión? La ciencia se basa en observaciones y mediciones, en comprobaciones experimentales, en la repetibilidad de los fenómenos. La religión tiene su fundamento en todo lo contrario: lo inobservable, lo milagroso y por tanto irrepetible.
En el resumen completo que proporciona la editorial se justifica (¿...?) el motivo de incluir este clásico de la mística oriental (la versión original es de 1924) en un catálogo de libros sobre ciencia: "explica el fundamento científico del yoga". Claro que así no vamos bien. El yoga no es una religión, sino un conjunto de ejercicios físicos, y por lo tanto su efecto fisiológico tiene fundamento científico. Otra cosa es que el yoga se haya utilizado como herramienta de relajación para acercarse a la meditación religiosa, pero de ahí a confundir ciencia con religión va un mundo.
"La biología de la creencia" He dedicado a este libro algo más de tiempo que a los anteriores por dos motivos: en primer lugar porque habla de biología, que es mi campo, y en segundo lugar porque su resumen habla de cuestiones que podrían tener un cierto carácter científico. No la pretensión de unir "cuerpo, mente y espíritu", pero sí la posibilidad de que el libro tratara sobre los mecanismos químicos que originan el pensamiento.
Las esperanzas se desvanecen ya en el prólogo, en el que rápidamente se hace referencia a la heterodoxia del autor y a la persecución que ha sufrido por ello. Primera noticia, oiga. A partir de ahí, en el desarrollo del texto en sí mismo, la situación cambia poco: el autor describe en primera persona la elaboración de una metáfora para explicar el funcionamiento celular a sus alumnos y luego mezcla teorías abandonadas como el lamarckismo con extrapolaciones de otras ideas actuales como la epigenética. Curiosamente, el autor se apoya en referencias a otros investigadores cuando describe fenómenos conocidos, aunque en muchos casos los reinterpreta de una forma más bien peculiar. Sin embargo, cuando habla de las supuestas pruebas de su teoría no proporciona el apoyo experimental que sería necesario para mantenerla. Todo eso es mala ciencia. He etiquetado también el libro como pseudociencia porque, a partir de un determinado momento, pasa de una hipótesis no confirmada (el control ambiental total del funcionamiento celular) a una forma de pseudorreligión, al proponer que es posible controlar voluntariamente esa influencia y alterar conscientemente dicho funcionamiento. Manéjese con cuidado, la mezcla de verdades parciales y conclusiones evidentes que no lo son tanto da lugar a un cóctel que se sube rápido a la cabeza y altera nuestra percepción.
Para hacer el comentario de "El Campo" podría bastar, poco más o menos, lo dicho en el apartado anterior. Basta con cambiar el poder de la mente por la percepción extrasensorial y otros fenómenos paranormales y la biología molecular por la física cuántica. Esa mezcla de una teoría científica actual, seguramente poco conocida por el público en general y normalmente difícil de explicar con los mismos temas que han sido utilizados como letitmotif en la mayor parte de la literatura esotérica y paranormal se ha convertido en una brillante estrategia para vender libros como chorizos. Y con el mismo rigor científico.
Esto ya no es broma. Cuando la mala ciencia se mezcla con consejos de salud se corre el riesgo de que alguien se crea las mentiras que cuenta y abandone los tratamientos que funcionan para seguir consejos que, en el mejor de los casos, son inofensivos. ¡Pero dejar el tratamiento médico no lo es!
Vamos a ver lo que pasa con "Enzimoterapia". Seguir una dieta rica en vegetales no perjudica a nadie, por supuesto. De hecho, es un hábito altamente recomendable. Pero la enzimoterapia es, simplemente, una patraña. Las enzimas son proteínas. Las proteínas que comemos o bebemos tienen el pequeño problema de tener que atravesar el estómago, donde se encuentran con un medio tremendamente ácido que tiende a romper los enlaces que unen los aminoácidos entre sí. En el supuesto de que consiguieran llegar al intestino, allí se encontrarían con las proteasas liberadas en el páncreas con la función específica de terminar ese trabajo. Pero imaginemos que aun así, las enzimas vegetales, como si fueran superman, vencen todas las dificultades. Entonces, simplemente, no serían absorbidas por las células del intestino, que captan los nutrientes digeridos. En fin, que las enzimas, vegetales o animales, no llegarían a nuestro flujo sanguíneo, aunque sí lo harían los aminoácidos que los forman. ¿Algo más...?
Esto es agotador... En el mismo catálogo es posible encontrar "La matriz divina", que podemos archivar en la misma categoría esotérico-física que "El Campo" o "Mis recetas de cocina anticáncer", que espero que nadie utilice como medicina en vez de las terapias actuales, incompletas e inseguras, pero lo mejor que existe hasta el momento. También podríamos comentar "Experiencias en la frontera", libro al que se podría considerar una guía casi exhaustiva de pseudociencias. En cualquier caso, es imposible dejar de hacer referencia a la inclusión no de uno, sino de dos libros de Iker Jiménez en un catálogo de libros científicos. De verdad, si alguien quiere comprender el método de trabajo de este "divulgador de lo oculto", es aconsejable que vea esto:
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