domingo, 27 de enero de 2008

"Esto sí que es un cambio, y no el climático"

Si hay alguna afirmación científica que haya sido despreciada, ridiculizada y utilizada como objeto de burla en los últimos tiempos es el aviso de que nos dirigimos a un cambio climático de consecuencias catastróficas. Aparte de las desafortunadas declaraciones de algún que otro político, nacional o internacional, o el desprecio hacia el problema que supone, por ejemplo, la frase que encabeza este texto, sacada directamente de un anuncio de radio, casi cualquiera se atreve a decir, en cualquier parte, que no cree en el cambio climático. ¿Puedo yo decir que no creo en los jueves? Pues eso.

El cambio climático es un hecho, no una cuestión de fe. Hoy por hoy, todas las instituciones científicas dedicadas al estudio climatológico están de acuerdo en que nos encontramos en un proceso de cambio climático. Lo mismo ocurre con organismos internacionales, como la propia ONU. Incluso los gobiernos menos dispuestos a tomar medidas para combatirlo están, hasta oficialmente, de acuerdo en señalar su existencia. En realidad, nadie discute, en círculos científicos, que el cambio climático existe. Lo que causa las disputas son las conclusiones que tenemos que sacar de este fenómeno.

Vamos a intentar aclarar algunos aspectos relacionados con el cambio climático. En primer lugar, decir que el clima es un proceso, un fenómeno dinámico, siempre cambiante. El cambio en el clima forma parte, necesariamente, de su propia naturaleza. Los registros fósiles nos muestran que nuestro planeta ha atravesado periodos más fríos que el actual, así como periodos más cálidos. Hasta en tiempos históricos las temperaturas de las zonas habitadas y conocidas han sido muy diferentes de las actuales: hace poco más de cien años, los sacerdotes suizos y franceses exorcizaban a los glaciares para que no entraran en sus poblaciones. Por el contrario, la Edad Media fue una época más cálida que la actual, hasta el punto de que en el valle del Rin era posible cultivar fresas. Un "poco" antes, la humanidad se enfrentó a una pequeña Edad de Hielo.

Otra cosa distinta es que la ciencia, por el momento, no ha conseguido explicar el mecanismo por el que se produce el cambio climático, aunque ya se cuenta con una teoría bastante satisfactoria. La hipótesis de Milankovitch explica, de una forma bastante ajustada, la periodicidad con la que se suceden los periodos cálidos y fríos en nuestro planeta, en función de diferentes cambios que ocurren en la órbita de la Tierra.
El cambio en sí es, entonces, un proceso natural. El problema es el ritmo. Lo que la mayor parte de los científicos afirman, entre ellos todo el grupo del IPCC (Panel internacional sobre el cambio climático) es que en la actualidad el clima terrestre está cambiando mucho más deprisa que en épocas anteriores de la historia de la Tierra. Y que esa aceleración del cambio (y esto es lo que empieza a provocar problemas, más políticos que científicos) se debe a la actividad humana.

En otro momento hablaré de las pruebas que sostienen que el hombre es el causante del cambio climático, y aún habrá también que dedicar tiempo a sus efectos, sin caer en el catastrofismo. Hoy toca señalar una noticia acerca del ritmo al que está ocurriendo el cambio: sabíamos que el hielo del hemisferio norte, sobre todo el del Ártico, se estaba derritiendo de una forma extremadamente rápida, hasta el punto de que en verano se encuentra una laguna a los 90º de latitud norte. También la pérdida de hielo en Groenlandia es rápida y constante. Ahora se publica que también se ha acelerado la pérdida de hielo en la Antártida, hasta alcanzar casi el mismo ritmo que en Groenlandia. ¿Quién no cree en el cambio climático?

No hay comentarios: