No, desde luego que no fue la NASA la que provocó la extinción de los dinosaurios, pero la observación desde el espacio puede proporcionarnos información importante acerca de cómo desaparecieron estos organismos.
En la actualidad, casi todo el mundo parece convencido de que el fenómeno que finalmente causó la extinción más conocida (aunque no la más importante) de la historia de la Tierra fue un cambio climático producido por el oscurecimiento de la atmósfera. La prueba más importante para sostener esta hipótesis es una delgada capa sedimentaria que se encuentra justo en el límite K-T, es decir, entre el Cretácico y el Terciario, que tiene una proporción de iridio mucho mayor de lo que es habitual en los materiales de la corteza terrestre. Sin embargo, no es fácil explicar la procedencia de este elemento, porque puede tener dos fuentes distintas. La composición de esta capa recuerda tanto a la de algunos tipos de meteoritos como la del interior de la Tierra, tal y como la podemos observar a través de las erupciones volcánicas.
Cualquiera de esos procesos habría producido un oscurecimiento de la atmósfera debido a la formación de cenizas en suspensión, así como un aumento de la nubosidad. Posiblemente el descenso de la temperatura que siguiera a este proceso pudo provocar la extinción de unos organismos incapaces de adaptarse a los cambios climáticos.
En cualquier caso los científicos siguen preguntándose cuál de los dos fenómenos pudo provocar el cambio climático, y las noticias se suceden unas a otras a gran velocidad. Si hace apenas unos meses parecía que había nuevas pruebas a favor de la hipótesis volcánica, ahora la NASA afirma haber recogido, desde el espacio, otras a favor de la teoría del meteorito. Imágenes de satélite relacionadas con estudios sísmicos parecen indicar que un cráter situado en la península del Yucatán, el Chicxulub, tiene la suficiente profundidad como para explicar por sí solo el enfriamiento necesario para provocar la extinción.
La noticia es un ejemplo de cómo en ciencia no existen campos demasiado separados entre sí: imágenes de satélite, que pretenden servir para estudiar los terremotos, acaban por aportar información interesante para la Paleontología.
En la actualidad, casi todo el mundo parece convencido de que el fenómeno que finalmente causó la extinción más conocida (aunque no la más importante) de la historia de la Tierra fue un cambio climático producido por el oscurecimiento de la atmósfera. La prueba más importante para sostener esta hipótesis es una delgada capa sedimentaria que se encuentra justo en el límite K-T, es decir, entre el Cretácico y el Terciario, que tiene una proporción de iridio mucho mayor de lo que es habitual en los materiales de la corteza terrestre. Sin embargo, no es fácil explicar la procedencia de este elemento, porque puede tener dos fuentes distintas. La composición de esta capa recuerda tanto a la de algunos tipos de meteoritos como la del interior de la Tierra, tal y como la podemos observar a través de las erupciones volcánicas.
Cualquiera de esos procesos habría producido un oscurecimiento de la atmósfera debido a la formación de cenizas en suspensión, así como un aumento de la nubosidad. Posiblemente el descenso de la temperatura que siguiera a este proceso pudo provocar la extinción de unos organismos incapaces de adaptarse a los cambios climáticos.
En cualquier caso los científicos siguen preguntándose cuál de los dos fenómenos pudo provocar el cambio climático, y las noticias se suceden unas a otras a gran velocidad. Si hace apenas unos meses parecía que había nuevas pruebas a favor de la hipótesis volcánica, ahora la NASA afirma haber recogido, desde el espacio, otras a favor de la teoría del meteorito. Imágenes de satélite relacionadas con estudios sísmicos parecen indicar que un cráter situado en la península del Yucatán, el Chicxulub, tiene la suficiente profundidad como para explicar por sí solo el enfriamiento necesario para provocar la extinción.
La noticia es un ejemplo de cómo en ciencia no existen campos demasiado separados entre sí: imágenes de satélite, que pretenden servir para estudiar los terremotos, acaban por aportar información interesante para la Paleontología.
1 comentario:
hola:
paco no te vas a librar te vamos a seguir preguntando...es ley de vida...alumno pregunta a profesor...
no puedes huir
jajaja
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